Bien, son las 3:32 de la matina y estoy en el trabajo. Desde hace un par de meses que tengo ganas de escribir pero las cosas no se dan, tal parece que las ganas y las posibilidades se obstinan en evitarse mutuamente.
La verdad es que no tengo nada para decir, pero al mismo tiempo siento una especie de necesidad de decir algo. ¿Esto será bueno o malo? No me interesa saberlo. Quizá porque intuyo que está más del lado se lo segundo que de lo primero.
Mejor vuelvo al trabajo antes de que este desvarío se vuelva peligrosamente improductivo. Feliz insomnio.